Por las lluvias, se realizo en el Palacio Municipal, la conmemoración del 196º aniversario de Tandil
Debido a la malas condiciones climáticas provocadas por las intensas lluvias que se originaron en horas de la mañana, el Municipio de Tandil dictaminó la suspensión del evento que iba a realizarse este jueves a las 11 horas, en el Parque Independencia al pie del monumento al brigadier Martín Rodríguez, fundador de la ciudad.
De todos modos, el acto se realizó en el Hall del Palacio Municipal. El intendente Miguen Ángel Lunghi pronunció un discurso por el 196º aniversario de Tandil. En la misiva afirma lo siguiente:
Sr. Secretario de Cultura de la Nación, Pablo Avelutto
Sr. Presidente del Honorable Concejo Deliberante, Dr. Juan Pablo Frolik
Señoras y señores concejales y consejeros escolares
Autoridades civiles, militares y eclesiásticas
Señoras y señores representantes de instituciones intermedias, comunidad escolar
Amigas y amigos
Nuevamente nos convocamos, en esta ocasión en el palacio municipal debido a las condiciones climáticas, para recordar a nuestro fundador, que un día como hoy de hace 196 años, a las seis de la mañana, comenzaba la construcción de la Fortaleza de la Independencia en medio de la intemperie de un valle abrazado por sus sierras.
Desde entonces aquellas pocas familias que formaron el primer núcleo poblacional hasta la vecindad del hoy, componen ese eslabón de historias nacidas bajo un cielo que es de todos.
Tengo para mí que el verdadero bronce de la historia le sigue perteneciendo a la gente común. Que los verdaderos estadistas son los vecinos de a pie que poco piden y todo dan y que así, en sus actos pequeños, en sus gestos mínimos, construyen día a día el concepto de vecindades activas en dirección al Tandil del Bicentenario.
Es la enfermera que acompaña al paciente en sus horas difíciles; es el vecino que pinta el frente de su casa entendiendo que uno puede cambiar a la humanidad empezando por la manzana de su barrio. Es la maestra que enseña el tesoro del abecedario a sus alumnos. Es el emprendedor de una pyme de familia que crea empleo construyendo la dignidad del trabajo. Es el mecánico, el artesano y el profesor.
Es la señora que atiende el merendero del barrio. Es el trabajador que corta el pasto de la plaza, es el albañil que canta en el andamio mientras levanta las casas de los otros. Es el policía que cuida la cuadra. Es el chofer de micro y la modista. Es el actor que crea una ilusión, es el carpintero que fabrica la mesa donde se reúne la familia. Es la memoria del pasado. Son los adolescentes que hoy caminan las veredas replicando sus pasos sobre las huellas de quienes ya no están, fundiendo todas las huellas en una sola.
Es el médico en un centro de salud, es el bombero, el deportista, el artista, el bancario, los voluntarios y las voluntarias de todas las causas que valen la pena. Es el obrero, los talleres y las pequeñas fábricas, son los socios de un club, es el comerciante, el profesional, y los que día a día le ponen el pecho a la adversidad para salir adelante.
Todos estas vecinas y vecinos que nunca a o casi nunca aparecen en los diarios, ni en los libros de historia, son los que día a día vuelven a fundar Tandil, lo reinventan, lo recrean en cada pequeño pero imprescindible acto con que una comunidad se hace a sí misma. Deseo celebrar este nuevo aniversario de la ciudad con todos ellos porque en realidad es cierto que este acontecimiento le pertenece a la historia fundacional, pero sobre todo le pertenece a los miles y miles de vecinos que a cada instante hacen de Tandil una tierra elegida.
La eligieron nuestros abuelos y nuestros padres. La elegimos nosotros, y con su trabajo silencioso y tantas veces anónimo, con su épica del sacrificio fundado en la potencia de las vecindades activas -eso que yo llamo la poderosa energía del localismo-, hoy la gente común es la verdadera protagonista de esta historia.
Es la que cuida la ciudad, es la que crea riqueza, es la que siente un legítimo orgullo por el Tandil que tenemos y es la que también nos demanda ir por las obras pendientes de cara al bicentenario.
Mi promesa, como siempre, al lado del cuadro del fundador brigadier general Martín Rodríguez, mirando imaginariamente este valle donde vive una familia social de 140 mil almas que sueñan, viven y trabajan sin esperar un aplauso ni condecoración alguna, es la que se hicieron y cumplieron los tandilenses que llegaron primero: fueron aquellos vecinos que hace cien años plantaron un árbol sabiendo que no lo habrían de ver, un árbol cuya sombra sería disfrutada por los vecinos del porvenir. Bajo la sombra de esos árboles añosos, los vecinos del siglo veintiuno sabemos que tenemos la misma responsabilidad: dejar una ciudad mejor a la que encontramos.
Me gustaría cerrar estas palabras invitándolos a cerrar los ojos y por un instante reproducir en nuestras mentes a la ciudad. Vemos la vastedad apacible del valle, el crecimiento formidable en sus distintas barriadas, las casitas remotas en la última línea del horizonte, el verde de las plazas, sus calles onduladas, las clásicas edificaciones que la distingue. El paisaje y los vecinos se funden en un mismo óleo de belleza pero también de demanda ante los nuevos tiempos que ya están con nosotros. La comunidad nos reclama que el sentimiento por lo tandilense vaya en línea con la innovación, con la toma de nuevos desafíos y con la resolución de las cuestiones pendientes. Vamos por ellas y también vamos por las nuevas realidades. Tandil lo merece.
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