04/11/2020

Espectáculos

“Tata Dios es inocente”, afirman desde el Frente cultural Gerónimo Solané

El decano de los periodistas tandilenses Carlos Octavio Alfaro escribió en 2004 “Del potrero al pizarrón” para narrar los cien años del fútbol en Tandil. “Del potrero a la biblioteca” podría ser el título de la nota que escribió el profesor Guido Rapallini para narrar la trayectoria del grupo de vecinos vinculados a la educación y al arte que lanzó el “Frente cultural Gerónimo Solané”, desde donde se propone seguir estudiando la historia tandilense y se proclama la inocencia de Tata Dios, el curandero acusado de gestar la matanza de 36 inmigrantes ocurrida el primer día de 1872.

Mediante un análisis crítico sobre el pasado de la ciudad y acciones comunitarias concretas, como la pintura de murales y la realización de eventos artísticos, desde este espacio se intenta además sembrar una mirada más amigable con las costumbres de nuestros antepasados y una relación amorosa con el medio ambiente lugareño y todas las personas que habitan este suelo.

A continuación, el texto de Rapallini:     

El Frente Cultural Gerónimo Solané nació a finales del año pasado en una de las tantas canchas de fútbol 5 de nuestra querida ciudad. Un grupo de amigos que venía jugando a la pelota una vez por semana desde hacía varios años en un carismático equipo amateur llamado Triglicéridos Football Club se fue dando cuenta, al calor de las agitadas rondas pos partido (donde florecían análisis tácticos y estadísticos flasheando ser Alejandro Fabbri por un ratito) que el perfil sociocupacional de sus jugadores tenía un rasgo muy llamativo: seis historiadores, seis artistas plásticos, dos músicos y el resto repartido entre psicopedagogos, artesanos y empleados de comercio. Esta peculiar composición empezó a resonar cada vez con más fuerza y empezamos a jugar más con las ideas que con la pelota.

Quizás, inconscientemente, fuimos asumiendo las limitaciones físicas que estaban a la vista en el sintético y le fuimos dando rienda suelta a las lucubraciones y a los delirios que tenían un ida y vuelta más dinámico…vaya uno a saber…Lo cierto es que una de esas lindas noches de noviembre, luego del pitazo final de un vibrante match, mientras nos sacábamos de encima los restos de caucho alojados en los humedales de los esbeltos y atléticos cuerpos, la lisérgica charla derivó en una inesperada propuesta de asamblea: la posibilidad de armar una movida cultural en la cual quedase plasmada esta alegre y juguetona composición interdisciplinar del equipo.

El de aquella noche era un vestuario (bestiario) improvisado bajo las estrellas alrededor de la noble y nunca bien ponderada mesita bar plegable hecha a base de caño con hueco, lista para apoyar la fresca, el buzo, las llaves, el celu y los billetitos. No queremos hacer por demás extenso el relato pero el tema del conteo del dinero era muy divertido. Nos reíamos mucho de los temblores y de los movimientos gelatinosos y flaneros de los deditos y los párpados ante las dificultades para sumar, restar y dar el vuelto.

Hasta los billetes parecían sufrir esos momentos cuando les caían esos gotones ultratumbas… Si nos veía Duhalde seguro que nos metía en la bolsa de sus picantes definiciones acerca de los estados de semiinconsciencia que él elige llamar “groggy”. Pero no nos vayamos de tema. Volvamos a esa propuesta que se coló para siempre al ángulo de los corazones triglicéridos. Bien sabido era dentro del plantel que uno de los historiadores del equipo (destacado lateral izquierdo) venía estudiando desde hacía mucho tiempo uno de los episodios más resonantes del pago: los famosos sucesos del “Tata Dios”. Gerónimo Solané (a) Tata Dios o Adivino Dios fue aquel popular curandero al que nunca se lo dejó descansar en paz a raíz de una terrible e infundada acusación que lo ubicó como supuesto instigador de unos terribles crímenes de extranjeros ocurridos el 1º de enero de 1872.

Esa injusticia histórica que parecía quedar abierta y haberse posado  para siempre sobre sus espaldas, junto a los cobardes e impunes balazos que ingresaron desde la ventanita de  aquel calabozo donde reposaba mientras aguardaba con humildad y actitud pacífica la llegada del Juez en la noche de Reyes, empezaba a llegar a su fin con la propuesta de uno de los artistas plásticos, el Rodri (figura de la cancha), botella en mano: planteó lo lindo que sería hacer un nuevo mural alusivo al Tata Dios, con la intención de recuperar la memoria compartida de un sujeto colectivo como lo era aquella comunidad de paisanos y paisanas libres de los tiempos del Tatita.

Agregó sobre la necesidad de generar una reflexión acerca del vínculo de la gente con el medio ambiente, entre otras cosas relativas a la reparación histórica para con alguien que fue venerado por los sectores populares como un santo local...Tanto Guido, como el resto del grupo, después de esos segundos de silencios cargados de energía y pasión asintieron con emoción la propuesta lanzada y en un verdadero clima de conjurados retumbó el inolvidable grito de uno de los históricos referentes del equipo para rematar esa bella idea: armemos un Frente Cultural y que se llame Gerónimo Solané. Entre vivas al tata y divisas punzó y flúor de las pecheras transpiradas nos fuimos para las casas con una alegría inmensa de ese chispazo mágico.

LA SOLANÉ Y EL ARMADO DE UN DREAM TEAM CULTURAL

Rápidamente debimos buscar otro espacio físico que no sea el verde sintético para seguir pergeñando ideas y así fue que nos empezamos a juntar en ese bellísimo lugar que es la Incubadora de Arte, tan bien cuidada por el querido Flaco Gomory. Cuaderno y mate en mano nos pusimos a pensar a quienes podíamos llamar para el convite curanderil.  Al toque se nos vinieron a la cabeza varios amigos y amigas de la cultura tandilense con destacada trayectoria en la comarca.

Historiadores e historiadoras de la talla de Eduardo Toni Ferrer, Néstor Dipaola y María "La Tana" Argeri; gente del arte como Raúl Echegaray, Andrés Hidalgo, Shula Shulins y Rafael Rodríguez; gente muy valiosa de la docencia y la comunicación como Alejandro Latorre, Guillermo Alonso y Mauricio Gutiérrez; también bellas personas de la literatura y la poesía local como Pedro Ruiz y Ariel Miranda. Y finalmente hombres y mujeres de acción como el queridísimo Huguito González del SUTEBA, el gran amigo Emiliano Córdoba del Proyecto Barriadas  y Pablito Marchetti, un militante y estudioso de lo local y lo nacional y Gonzalo Celasco docente, histórico fotógrafo del Barrio de la Estación. Sin quererlo estábamos armando un equipazo que nada tenía que envidiarle al Brasil del 70.

 

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