01/02/2021

Locales

Los Trabajadores de Loimar cuestionan a los delegados y afirman: "Esperamos un poco de sensatez"

Los trabajadores de Loimar elaboraron una carta para manifestar que “los que no estamos en el piquete y nunca nos hicimos escuchar hasta hoy. Estamos cansados del miedo y del silencio, nuestra necesidad de trabajar puede más. Hoy vinimos a contar la verdad, la que hasta ahora nunca se contó”

También en la misiva afirman: “A fines de 2019 comenzó a desencadenarse el conflicto, en octubre habían despedido a 10 compañeros y posteriormente hicimos una asamblea. Allí, todos estuvimos de acuerdo en hacer un paro por tiempo indeterminado pidiendo por la reincorporación de los despedidos. Todos levantamos la mano en una foto que quedó como una postal de un trofeo sindical y el lema en ese momento fue "TODOS O NINGUNO". Era muy difícil estar en desacuerdo. Se suponía que era un acto de compañerismo.

Sin embargo, es importante aclarar:

Que en esa asamblea nunca debatimos los motivos por los cuales se habían producido los despidos. Cada uno conoce su conciencia y todos sabemos la verdad.

Que el clima laboral era denso y complicado desde hacía mucho tiempo y la presión de los delegados para que tomáramos una u otra postura empezó a no tener lógica.

El dinero de las indemnizaciones siempre estuvo a disposición, pero los delegados se negaron a que lo fuéramos a cobrar. El objetivo siempre fue impedir el ingreso a fábrica y así presionar las reincorporaciones.

Creímos, como otras veces, que la empresa tomaría a los despedidos y que en pocos días volveríamos a trabajar. Quizá, debimos imaginarnos que la paciencia de la empresa también tenía un límite y que con esta situación ese límite se sobrepasó. A esta altura de los acontecimientos nadie debería sorprenderse demasiado, nada pasó de un día para otro.

Entre la falta de ventas, y los conflictos internos constantes, este último piquete fue el final y la empresa decidió apagar el horno. Loimar dejó de producir.

La falta de trabajo, la angustia, la incertidumbre y los años trabajados en Loimar, nos puso irremediablemente a reflexionar, pero ya no de manera colectiva, sino en el seno de cada uno de nuestros hogares. Es horrible sentarse a la mesa y mirar a tu esposa con tanta angustia. Todos hemos llorado por llegar hasta acá.

Si hacemos memoria, la fábrica no se portó mal con nosotros, siempre cumplió. Teníamos muchos beneficios, asistencia para la educación de nuestros hijos, becas, combi, ladrillos a bajo costo y mucho más, nunca dejaron de atender una necesidad. Sin embargo, muchos de esos beneficios se fueron perdiendo por un mal manejo de los delegados en el día a día  y esto lo sabemos todos, incluso los que hoy están bloqueando el ingreso.

Sin embargo, después del conflicto de 2008 las cosas empezaron a cambiar y los delegados fueron tomando una postura cada vez más combativa dentro de la fábrica. Empezamos a vivir situaciones muy extrañas...  por ejemplo: Si en un turno de producción de ladrillo faltaba uno de los cuatro operarios centrales, los delegados impedían el reemplazo de ese puesto y el horno, de 119 metros de largo, quedaba prendido sin producir, en ese momento se iniciaba una negociación con la empresa y hasta que no se ponían de acuerdo o hasta que no ingresara el próximo turno, el horno quedaba sin producir. El horno ha llegado a estar 3 días o quizás más en esa situación y en los últimos dos años esto se convirtió en cotidiano. Era obvio que las pérdidas que se producían por esto eran enormes.

Si un foguista faltaba o entraba tarde, a quien estaba terminando el turno anterior, no se le permitía hacer horas extras y continuar, parecía que el objetivo era detener la producción en vez de buscar la solución.

A lo largo de los meses de enero y febrero de 2019 estuvimos con un turno completo en esa situación, con el horno quemando gas y sin producir, la gente lo tiene que saber, esta situación tiene a los delegados como culpables de todo lo que pasa hoy, no como víctimas.

El revanchismo fue creciendo día a día y algunas cuestiones parecían personales entre los delegados y el gerente, hasta que un día llenaron de pallets de ladrillos el estacionamiento del ingeniero, como un mensaje mafioso, como intentando demostrar quién tenía el poder.

Las carpetas médicas empezaron a ser moneda corriente, incluso algunos, que, lesionados fuera de la fábrica, entraban a sabiendas de los delegados para reclamarlo como accidente laboral. El clima era tan complicado que algunos se fueron con retiro voluntario por no aguantar la situación. Otros, los que aún estamos acá y hoy decidimos hablar, tenemos en promedio 30 años en Loimar y casi todos exhibimos con orgullo un legajo con cobro de premios por asistencia y no con abundancia de licencias ni carpetas médicas.

Vamos muchachos... todos sabemos la verdad.

Todos sabemos que se les fue la mano y que hoy somos todos rehenes del absurdo, de llevar las cosas al extremo y aun así, en este momento y pese a todo, intentan convencernos de ir por más, de ir a fondo... ¿hasta dónde muchachos? ¿hasta dónde quieren llegar?, resulta que hoy queda a la vista que ustedes, los delegados, no estaban capacitados para administrar el poder sindical.

Todos sabemos, que manipularon la información gracias a nuestro silencio, pero eso se acabó, hoy estamos todos dispuestos a declarar incluso en la justicia si alguien nos pide explicación, como dijo un compañero, "con la verdad no temo ni ofendo", desde hoy todo esto se acabó.

Todos sabemos, que nos patotearon a los que quisimos tener diálogo con la empresa.

Todos sabemos, que la empresa quiso pagar, y de hecho los que quisieron ya cobraron, pero ustedes presionaron para que no haya arreglo, son ustedes los que nos dijeron que no vayamos a cobrar las indemnizaciones y así poder decir que Loimar no las quiere pagar.

Todos sabemos que Tandil Ceram no es una empresa fantasma como ustedes le hicieron creer a muchos, lo que pasa es que saben que los nuevos inversores no pondrán la fábrica en marcha con ustedes adentro, ya lo dijeron, es un límite que no están dispuestos a pasar, por eso ustedes nos arrastraron a todos hasta acá.

Todos sabemos, que intentaron quedarse con la fábrica, primero con un proyecto de cooperativa y después como fábrica recuperada. Todos sabemos de las gestiones que están haciendo para quedarse con la fábrica, ese es el fin que persiguen. Es más, hasta habían armado una comisión directiva y convocado gente para trabajar...  Cuantos delirios muchachos.

¿Hasta dónde? ¿hasta cuándo?, en algún momento hay que poner algo de racionalidad, aunque deban asumir las consecuencias de tanta irresponsabilidad.

A quienes queremos entrar a trabajar se nos acusa de traidores, se nos patotea y se nos amenaza, personal y telefónicamente. ¿Pero quiénes se creen que son?, ¿de verdad creyeron que la cuerda no se iba a cortar de tanto tirar?

Esperamos un poco de sensatez, de los compañeros que acompañan el piquete y no quieren arreglar, son ellos los que ingenuamente habilitan el juego de doble discurso que llevan adelante los delegados, los mismos que en cada reunión corren la línea y que ahora la volvieron a correr, pidiendo lo que saben que la fábrica no hará.

Esperamos un poco de sensatez, por parte de los delegados que, rozando el delito, han llevado este conflicto al cierre de una fábrica de casi 50 años.

Esperamos un poco de sensatez por parte del sindicato, que quizá con el fin de mantener la estructura sindical, y sin conocer la verdad, mantiene una posición que nos cuesta entender ya que se supone que nosotros también pertenecemos a él.

Esperamos un poco más de las autoridades, no puede ser que no hagan nada, precisamos que alguien pueda ponerse en el medio y frenar esta locura. Necesitamos trabajar, la empresa está dispuesta a volver a empezar y producir, pero el silencio del sindicato termina avalando el piquete y solo está sentenciando de muerte a la fábrica que tanto nos dio.

Esperamos mucho más de la justicia, ya que por estas horas y por no actuar, solo garantiza el derecho a quienes nos bloquean el ingreso a trabajar, cuando entendemos que debería obligarlos a defender sus reclamos en los ámbitos que corresponde.

Nosotros somos simplemente trabajadores, con sueños, con ganas de volver a trabajar en un clima cordial, como era antes que se desdibujen los roles y la autoridad.

Ya no queremos delegados autoritarios, que mientan y oculten, que dividan, que transmiten el mensaje según sus conveniencias, que se creen dueños de la fábrica o jefes nuestros. Ya no queremos delegados que cubren a sus amistades si se duermen en sus puestos o no cumplen con las normas de seguridad, ya basta, nunca más, solo queremos trabajar, estamos desesperados, necesitamos que la fábrica vuelva a producir y todo vuelva a andar.

Nosotros somos simples laburantes, que perdimos el miedo desde hoy y decidimos hablar, necesitamos que alguien haga algo, necesitamos que nos cuiden de la violencia y forcejeos si queremos entrar a trabajar, necesitamos que alguna autoridad se ponga al frente y resuelva con justicia y con verdad.

Ojalá nos escuchen.

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